Mascarillas
Se han convertido ya en una prenda imprescindible, incluso más que eso, las mascarillas son un apéndice del que ya no podemos despegarnos. En nuestro día, en la calle o en sitios cerrados, forman parte de nuestra vida. Y ahora también del deporte. Solo las competiciones nacionales, el deporte profesional y excepciones del deporte no profesional (como el caso de la Segunda B donde militará el Deportivo) se libran, de momento, de que sus deportistas tengan que competir con ellas.
Requisito indispensable para que el deporte base sobreviva a este año de pandemia, los expertos no se ponen de acuerdo sobre la idoneidad o no de practicar deporte con ella puesta ¿Cuándo se cambia? ¿Es igual de eficaz al estar empapada en sudor? ¿Es peligroso o contraproducente usarla?
Además de esta polémica surge ahora la idea sobre cómo se van a vertebrar algunas competiciones de ámbito estatal. Grupos que incluyen a varias comunidades, con realidades epidemiológicas diversas, que podrían estar en fases distintas y que suponen un problema a la hora de los desplazamientos.
En Galicia esta semana, sin ir más lejos, un equipo de balonmano se negaba a viajar a las islas para competir debido a la falta de información sobre los protocolos y la indefensión ante un posible contagio.
¿No deberían adaptarse las competiciones al momento actual? Más cortas, con otra distribución… La situación, extraordinaria, requiere también de medidas seguramente nunca vistas y los campeonatos, por el bien de los deportistas, tienen que adecuarse a los tiempos.
Las mascarillas, son algo necesario para que el deporte no se pare. ¿Lo ideal? Que todos tuvieran los mismos medios que el fútbol, que pese a todo tiene contagios ¿La realidad? Que el resto del deporte tendrá, como pueda, y con más o menos ayuda de las instituciones, regresar a las competiciones.
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