Estamos asistiendo a un momento histórico que marcará no solo nuestras vidas sino los años venideros. Una pandemia mundial, la del covid19, que muchas veces los medios de comunicación considero que nos están intentando edulcorar. Entiendo que es complicado soportar las cifras de fallecidos, que nos han golpeado mientras tachábamos días a nuestro calendario de confinamiento, pero convertir este drama sanitario y social en un conjunto de vídeos virales, con bailes y coreografías, creo que está fuera de lugar.
La población es mayor de edad, tiene que saber lo que ocurre, sin maquillajes ni medias tintas, la realidad cruda y dura, la que padecen miles de familias de los enfermos y los miles de fallecidos. Hay cosas que no se pueden ni deber obviar. Estos días, sumido mi periódico en un ERTE , el gusanillo periodístico no ha dejado de picarme y aquí os traigo el primero de mi serie de «Diarios del Covid19: Habla la primera línea» donde diferentes profesionales sanitarios, tanto de la sanidad pública como de la privada en Galicia, médicos y enfermeras, me irán contando sus experiencias. Todos ellos han preferido mantener el anonimato.
Aquí os dejo el primer capítulo, en el que he contado con el testimonio de un doctor de un centro privado y que, en primer lugar, me habla de una parte sanitaria que se está obviando: la que implica a otras patologías, más allá del covid19.
«Está la parte que todo el mundo ve: las cifras, el distanciamiento social, la crisis económica, pero en la parcela sanitaria hay una segunda parte que la gente no ve tanto y no se habla de ella. Se ha parado la sanidad para dedicarse a una sola enfermedad, esa es la realidad. El 80%, en algunos casos el 100%, de los recursos sanitarios del país, dedicados a esa enfermedad. La realidad es que hay una enfermedad que no existía y que ha parado la sanidad de todo lo demás: cirugías, consultas comunes, pequeñas urgencias… Todo está parado por culpa de una sola enfermedad y eso tiene una repercusión terrible a largo plazo», me cuenta este médico, que trabaja en las urgencias de un centro hospitalario.
«En urgencias, por ejemplo, que es donde estoy yo, viene muy poquita gente de pocas cosas, pero los que vienen con una urgencia, vienen fatal, por ejemplo por infartos o ictus. La patología urgente ha bajado porque obviamente no hay gente en la calle y hay muchas cosas y accidentes que el distanciamiento social hace que desaparezcan. Pero la gente tiene mucho miedo, la gente no consulta y aguanta y al final acaban por venir al hospital y con algo grave«, argumenta y añade: «Los que tienen síntomas de neumonía ya ingresan directamente y el resto vienen con patologías evolucionadas».
- Tampoco se le escapa uno de los aspectos más crueles del coronavirus: la soledad.
«La enfermedad en sí es puñetera porque el paciente está solo. Tiene que estar aislado y se puede morir solo. Es difícil que haya una persona en su casa que ya haya sido positivo y que pueda quedarse con él. Hay casos en los que viene algún familiar, alguien que haya dado positivo, o alguien joven y sano, pero que asume que se va a infectar porque va a estar sin salir de la habitación el tiempo que esté la persona ingresada, que pueden ser 15 días», describe.
- Matiza, asimismo, que no se hace distinción por edad a la hora de aplicar un tratamiento más o menos agresivo, sea entubamiento o ingreso en UCI, por ejemplo:
«Con respecto al tema de la edad realmente eso no ha cambiado el criterio de quien tiene derecho a medidas agresivas o no, es algo que se está diciendo por ahí, y que es una mentira. En todos los sitios, una persona a la hora de tomar una medida agresiva, que son medidas de UCI, hay que tener en cuenta una serie de factores. Obviamente la edad es uno de ellos, cuanta más edad más debilitados están y más difícil es que salgan. A la hora de meter a alguien en una UCI o entubarlo hay que valorar si esa persona se beneficia a posteriori de esas medidas. Si ves que un paciente tiene muy pocas probabilidades de salir bien no tomas esas medidas, porque el beneficio es mínimo: va a sufrir, va a estar sometido a los daños del paciente crítico, una serie de trastornos en el cuerpo por culpa de las medidas que se toman y que muy probablemente no pueda salir de esa situación».
- La pregunta es obvia, ¿qué se hace entonces con esos pacientes?
«Se les dan todos los tratamientos que sean precisos mientras aguante y alguno aguanta y sale. Sin ir más lejos, y yo creo que saldrá en el periódico próximamente, una señora que se le ha dado de alta con 94 años, después de 15 días ingresada. Estuvo desahuciada: con oxígenos, sueros, medicación de confort y estuvo cuatro días así, al quinto abrió los ojos, al sexto comenzó a mover la cabeza, al séptimo se sentó, al octavo comió y al noveno ya hablaba otra vez. Algunos salen de esa situación, pero tienen que salir por si mismos».
- Pero las consecuencias sociales del covid19 van más allá de lo sanitario
«Hay personas de edad avanzada que se quedan solos, enferman, se mueren solos y los entierran únicamente tres personas. Es el drama de esta historia y por lo que la gente se tiene que concienciar, porque esto destruye y mucho. Destruye entornos: hay gente al que le ha muerto un abuelo, un tío y el padre«.
- Por lo infeccioso que es el virus este tipo de pacientes tienen que ser rápidamente aislados.
«Cuando llegan a urgencias generen un problema, porque son pacientes que tienen que tener un circuito de aislamiento, requieren unas medidas de protección y hay que andar cambiándose cada vez que ves a uno. Al final es un estrés porque no sabes quién te puede contagiar y quien no. No sabes si el compañero con el que estás hablando es portador o no«.
- Fernando Simón lleva días diciendo en la televisión que se están haciendo test a todos los sanitarios que han estado en contacto con este tipo de enfermos ¿Se está cumpliendo?
«Están empezando a hacerse pruebas. En nuestro hospital a gente que tiene un contacto más estrecho con los pacientes se le está haciendo un test cuando presentan algún síntoma. Por ejemplo, a los de la unidad de coronavirus se les están haciendo ¿Qué pasa? La capacidad de hacer test es la que hay, tú no puedes hacer más de los que tengas tiempo y espacio para hacer. Si la máquina y el personal tiene para hacer X test al día esos son los que se pueden hacer».
- Después de que se haya tenido que hacer una corrección en los datos debido a los diferentes criterios por autonomías, lo que hará que tengamos que esperar a tener una información más actualizada de los contagios, los hospitalizados y las altas, y con el horizonte, aún lejano pero siguiente, que es esa manida desescalada, ¿es descabellado plantearla sin conocer bien a qué volumen de infectados, muchos asintomáticos, al que nos estamos enfrentando?
«Es una locura, porque influye el hecho de que no conocemos a la enfermedad bien. No sabemos cómo se comporta a largo plazo porque lleva cuatro meses con nosotros. Lo que preocupa es ver cómo gente que ha dado negativo después de un mes vuelve a dar positivo… No se sabe el comportamiento inmunológico que tiene a posteriori. Sí que se ve en foros internos que se va a testar a más gente, pero para eso necesitas algo que te de mejor información. Los PCR se está viendo que los primeros días de síntomas es bastante común que den negativo, no te lo descarta, así que hay que volver a testar esa persona. Pero por la limitación técnica de los test tienes que reservar un poco las armas que tienes. En Galicia, por ejemplo, el protocolo que se sigue es distinto que en Madrid, no tiene nada que ver.
- ¿Y qué pasa en Madrid que no ocurre aquí?
En Madrid hay probablemente cientos de miles de infectados que no lo saben, que están en su casa, pero no se están haciendo test porque están desbordados y no tienen capacidad para testar a la población. Aquí en Galicia sí que podemos testarla y hay una cierta fiabilidad en la cifra de positivos, por ejemplo, el test ambulante que se hace al lado del materno (en A Coruña), aunque tiene una demora de 6-7 días hasta que te llaman, evidencia que están funcionado los canales. Todavía no hay esa transmisión comunitaria tan marcada como la que hay en Madrid, donde cualquiera lo puede coger en cualquier sitio. Aquí casi siempre hay una cierta cadena epidemológica. Tú a la hora de hacer el test entre hacérselo al que tiene 35 años y que está en casa con unas décimas o hacérselo al que tiene que ingresar y necesita tratamiento, obviamente priorizas hacer eso test sobre los que no van a necesitar hacerles nada. Pero a nivel epidemológico es poco rentable porque no sabes por dónde está el virus»
- ¿Qué necesitamos?
«Test mucho más rápidos, que se puedan hacer unos volúmenes mayores y que sean fiables o que tengan una alta capacidad para discriminar los positivos de los negativos o que cuando dé negativo tengas la seguridad de que no es un falso negativo, que es lo que está pasando mucho«.
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