Seguimos esperando por el CSD, no solo ya en el ‘caso Fuenlabrada’ sino en todo lo tocante al mal llamado “deporte no profesional”. Ese que engloba a Segunda B, a Tercera, a la Primera Iberdrola, al fútbol sala…
Pero ahí no acaba la responsabilidad de la entidad que preside Irene Lozano. Millones de niños que practican deporte en España no saben si este año podrán competir. El deporte federado vive en la indefensión. Sin protocolos claros para la vuelta a la competición, las federaciones nacionales y autonómicas poco o nada pueden decir a los cientos de clubes que esperan respuestas.
Si no sabemos cómo vamos a regresar a las aulas, ¿cómo vamos a pedir claridad en el deporte? La incertidumbre que rige ahora nuestras vidas hace complicado hacer planes a medio/largo plazo pero aunque genera más desasosiego el enfrentarnos al futuro sin brújula. Cientos de clubes dependen de esas cuotas de las categorías inferiores, su cantera, sus jugadores del mañana.
Pero aquí parece que solo interesa el deporte que da dinero, el fútbol, el de Primera y Segunda, mientras el resto de deportes están en la cola. Y si con todos los protocolos, PCR, test, pruebas, supuestas burbujas hubo positivos en él, ¿qué les queda al resto? El silencio de las administraciones es ensordecedor y mientras tanto el deporte enmudece ante su temporada más incierta.
El deporte es salud, es garante de valores y es un derecho al que deberían tener derecho los niños, sin distinción. Es una válvula de escape también ante la situación actual, un soplo de aire fresco, un poco de luz entre tanta oscuridad.
Pero la realidad es que estamos a finales de agosto y no sabemos ni cómo, ni cuándo ni si podrá regresar ese deporte base, el que prepara a las personas del futuro. Porque no todos llegan a la élite, pero son todos igual de importantes, y ahora mismo muchos de ellos se sienten abandonados.
¿Qué pasa con el deporte base?
Foto: <a href=»https://www.freepik.es/fotos/personas»>Foto de Personas creado por mego-studio – www.freepik.es</a>